Comenzamos el siglo XVII con un mapa histórico de los autores Vicenzo Luchino (1550-1567) y Hendrik van Schoel (1565-1622). Luchino fue un distribuidor, impresor y editor de libros de Bolonia. En 1559, obtuvo un privilegio papal por el que pudo abrir una “cartiera” (fábrica de papel) en la ciudad italiana de Roma. Unos años después, concretamente en 1563, aparece en los archivos como deudor de una sociedad llamada Lafreri/Salamanca tras su disolución. Falleció probablemente en Venecia tras trasladar su trabajo de Roma a la ciudad de los canales. Entre su obra, destacan los mapas e impresiones de una sola hoja durante el periodo 1556-1564. Por el contrario, Van Schoel era un impresor flamenco que se trasladó de Amberes a Roma para dedicarse a su trabajo. Fue conocido también por el nombre latino de Henricus van Schoel.
Estamos ante la edición «Romae, Henricus Van Schoel formis» catalogada en 1602. Sin embargo, el mapa original es de Vincenzo Luchino y data de 1599. Como hemos analizado en otras publicaciones, las impresiones anteriores se aprovechaban y se añadían nuevos topónimos para completar la publicación. No debemos olvidar que la importancia de la actualización de estos mapas era clave para su posterior venta. La impresión cuenta con unas dimensiones de 44 x 55,5 centímetros, lo que facilitaba su transporte y su publicación. Entre sus características principales se puede destacar: la existencia de márgenes graduados para favorecer la navegación, un detallado relieve mediante el perfil de los montes junto al arbolado con un rico sombreado y que las ciudades se representan según su importancia. Esto era muy útil a la hora de realizar escalas ya que una ciudad de mayor tamaño podría ofrecer una serie de servicios que no se podrían encontrar en localidades de menor tamaño. Otro elemento importante es el escudo imperial de los Austrias. Se observa un águila bicéfala como símbolo de la unión del Sacro Imperio Romano Germánico como la monarquía española. Hay que recordar que el escudo de los Reyes Católicos aparecía un águila que tenía una cabeza que representaba al animal de San Juan evangelista. Respecto a los escudos, solamente aparecen los de sus antepasados los Reyes Católicos, ya que Carlos I y Felipe II heredarán otros territorios en Europa. También aparece la corona imperial y las dos columnas de Hércules con las palabras latinas plus ultra (más allá) en alusión al Nuevo Mundo descubierto, colonizado y explorado por los españoles en América. Estas columnas fueron añadidas por Carlos I y se han mantenido en nuestro escudo hasta la actualidad. Además, en el mapa aparecen una serie de barcos y algún animal fantástico.
Desde los tiempos antiguos, los bosques fueron una parte importante del aprovechamiento económicos de los pueblos y ciudades de la península Ibérica. De los montes se aprovechaba la madera para la construcción de carros, muebles y otros aperos. La leña, el carbón y la caza fueron recursos indispensables para una mermada población debido a las plagas y enfermedades.
Almansa contaba con una gran riqueza forestal que debió de protegerse desde la Edad Media para su conservación y aprovechamiento. El concejo local impulsó una serie de ordenanzas para salvaguardar los montes de la apropiación de estos por parte del pueblo. De este modo, se constituyeron comisiones para visitar los montes del término municipal para su conservación y repoblación de algunas especies como carrascas o pinos. En 1600, año de la publicación de nuestro mapa, en Almansa se reunió el concejo para realizar una ordenanza para cumplir una real provisión del rey Felipe III. Así pues, las infracciones en el monte como cortar o quemar una carrasca se multaría al individuo con una multa de 4000 maravedíes o 1000 si era una rama. En el caso de los pinos la sanción era menos, ya que talar un pino tendría una pena de 1500 maravedíes y 300 una rama. La sanción era dividiría entre el fisco, el concejo, el juez y el denunciante. Si la sanción era denunciada por el concejo se dividía en tres partes iguales.
José Ibáñez – Historiador